miércoles, 11 de abril de 2007

"Shattered Glass" y lo que el periodismo digital promete


En la facultad un futuro periodista aprende cientos de principios que se supone que regirán su conducta durante el resto de la carrera: la honestidad, la profesionalidad, el esfuerzo, las ganas de saber más, el deseo de hacer un bien público... Parece ser que los únicos periodistas que siguen teniendoesta concepción idílica de la profesión son los profesores de la facultad.

Esto es algo que se refleja muy bien en la película El precio de la verdad (Shattered Glass), que cuenta el caso real del periodista Stephen Glass. Este joven periodista estadounidense protagonizó un sonado escándalo en su país tras descubrirse que gran parte de sus artículos (publicados en revistas tan prestigiosas como The New Republic) estaban repletos de datos, personas y lugares falsos.



La película comienza con la imagen de Glass (interpretado por el
conocido Hayden Christensen) en el aula en la que estudió periodismo, dando lecciones de
deontología y profesionalidad a otros estudiantes, una vez que
su carrera ya ha despegado. Su irónica pose de profesional rígido y comprometido con la causa periodística hace mucho más impactantes todas las mentiras que utiliza para confeccionar sus aclamados reportajes.



Ian Restil, a 15-year-old computer hacker who looks like an even more adolescent version of Bill Gates, is throwing a tantrum. "I want more money. I want a Miata. I want a trip to Disney World. I want X-Man comic [book] number one. I want a lifetime subscription to Playboy, and throw in Penthouse. Show me the money! Show me the money!" Over and over again, the boy, who is wearing a frayed Cal Ripken Jr. T-shirt, is shouting his demands. Across the table, executives from a California software firm called Jukt Micronics are listening -- and trying ever so delicately to oblige. "Excuse me, sir," one of the suits says, tentatively, to the pimply teenager. "Excuse me. Pardon me for interrupting you, sir. We can arrange more money for you ..."



Una vez que el escándalo fue destapado por Forbes fueron muchos los que se hicieron eco del escándalo, poniendo en duda la fiabilidad de la revista, que en 1995 había sufrido otro escándalo parecido con otro joven periodista llamado Ruth Shalit, esta vez acusados de plagio y no de falsificación. Uno de estos medios fue el Washington Post , ya que realizó una dura crítica el lunes 11 de mayo de 1998 firmada por Howard Kurtz


Pero quien destapó este escándalo fue un Diario Digital, Forbes, el 10 de mayo de 1998. En ese artículo un pequeño diario (menos aun si consideramos que en 1998 la prensa digital no tenía la relevancia que tiene ahora) se enfrentó a un gigante como The New Republic, una revista que viajaba en el air force one, el avión presidencial.


Al no depender de la publicidad ni pertenecer a grandes grupos de comunicación, los diarios digitales tienen mayor libertad para poder denunciar aquello con lo que no están de acuerdo, y este es un gran ejemplo. ¿Será que el ideal periodístico ya no puede realizarse en los medios tradicionales, tan coaccionados y condicionados que no pueden aspirar a el? ¿Será el periodismo digital la respuesta para toda una generación de periodistas que desea hacer una información libre de condicionantes? ¿Sera la red el medio de llegar a la honestidad?


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